La espiritualidad según Pablo

Debo admitir que en lo referente al material paulino en las Escrituras soy un total neófito. Es por esa razón que llamó mi atención el libro de Rodney Reeves, Spirituality According to Paul: Imitating the Apostle of Christ (InterVarsity Press, 2011). El libro se propone adentrarnos en la vida y pensamiento del apóstol Pablo desde una perspectiva global que abarca toda su obra. Y debo decirlo, si Reeves está en lo cierto, el evangelio que Pablo predicó es la puerta angosta de la que Jesús habló (Mt 7:13-14). El mensaje que se expone es muy difícil y rompe toda concepción conformista que quiera amoldar el cristianismo a un determinado estatus social o a una cultura.

El libro comienza haciendo una pregunta: «¿Cómo se supone que los creyentes de Cristo sigamos a un hombre que nunca hemos conocido?» (p. 13). Hoy la respuesta puede ser sencilla: leyendo los Evangelios. Pero no siempre fue así. Antes que los Evangelios fuesen escritos hubo un hombre que nunca conoció al Jesús histórico que llevó el mensaje de Jesús por todo el imperio romano: Pablo de Tarso.

Lo que es más sorprendente es que este hombre (Pablo) afirmó categóricamente en sus cartas: «Sigan ustedes mi ejemplo, como yo sigo el ejemplo de Cristo» (1 Corintios 11:1). ¿De donde provenía tal confianza? Él afirmó que Cristo mismo le había revelado su evangelio. «No lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino que Jesucristo mismo me lo hizo conocer» (Gálatas 1:12). Tales afirmaciones fueron tan cuestionables en el tiempo de Pablo como lo podrían ser hoy día. Sin embargo, Pablo nunca dudó de su apostolicidad ni de la veracidad de su mensaje. Incluso se menciona que Pablo tuvo la “osadía” de reprender a Pedro cuando entendió que no se comportaba según el evangelio de Jesús (Gálatas 2:11-14; p. 14).

¿Qué era el evangelio para Pablo? El evangelio para Pablo no era únicamente un mensaje para ser proclamado, también era una manera de vivir. ¿Cuál era el contenido esencial de ese evangelio? Que Cristo murió por nuestros pecados, fue sepultado, fue levantado al tercer día y se le apareció a los apóstoles (1 Corintios 15:3-8). Pablo hizo de la muerte, sepultura y resurrección de Jesús la plantilla de la espiritualidad cristiana. «Y como el evangelio era más que un conjunto de creencias––era una manera de vivir––Pablo creyó que su vida revelaba el evangelio de Cristo Jesús: él fue crucificado con Cristo, él fue sepultado con Cristo y el fue levantado con Cristo» (p. 15). Como apóstol de los gentiles, la persona que mejor podría mostrar lo que era ser cristiano a los nuevos conversos era él.

Pero Pablo no quería que lo imitasen en todo; después de todo él era judío. Es por esa razón y a causa de la confusión que significaba presentar una religión originalmente judía a una población gentil que Pablo escribió sus cartas a diferentes comunidades. Finalmente, el asunto no era imitar a Pablo sino crear una comunidad llena del Espíritu Santo que manifestara la muerte, la sepultura y la resurrección de Cristo.

En las próximas entradas exploraremos a más profundidad el pensamiento de Pablo.

¿En qué medida la Iglesia contemporánea encarna la muerte, sepultura y resurrección de Cristo? ¿Cómo reta el entendimiento evangélico de Pablo al mensaje que hoy día predicamos?

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