Lo que Pablo perdió (2)

El libro Spirituality According to Paul: Imitating the Apostle of Christ está estupendo, tanto así que ya quiero pasar de tema. Debo, sin embargo, culminar lo que ya empecé. Discutíamos anteriormente el capítulo uno titulado Foolish Death: Suffering the Loss of All Things y hablábamos sobre lo que Pablo perdió cuando se encontró con Jesús de camino a Damasco.

Identidad

Pablo era un judío muy fiel a sus costumbres. Pero su identidad sufrió un cambio cuando Jesús se le apareció. De donde venía, lo que había logrado en su religión y lo que los demás opinasen de él ya no le importó. Él mismo lo dice:

Me circuncidaron cuando tenía ocho días de nacido, soy israelita y pertenezco a la tribu de Benjamín. Soy hebreo y mis padres también fueron hebreos. La ley era muy importante para mí, pues yo era fariseo. Estaba tan dedicado a la ley y las tradiciones de mi pueblo que perseguía a la iglesia, y nadie podía reprocharme nada porque siempre obedecía la ley.

En esa época pensaba que todo eso era muy valioso, pero gracias a Cristo, ahora sé que eso no tiene ningún valor. Es más, creo que nada vale la pena comparado con el invaluable bien de conocer a Jesucristo, mi Señor. Por Cristo he abandonado todo lo que creía haber alcanzado. Ahora considero que todo aquello era basura con tal de lograr a Cristo. (Filipenses 3.5-8 PDT)

Reeves nos hace una estupenda aclaración que creo debemos prestarle gran atención. Muchos de nosotros hemos caído en uno de estos errores que él explica.

“Aquí es donde debemos ser muy claros sobre lo que Pablo no está diciendo. Pablo no veía “perder para ganar” como una estrategia de inversión. “Sacrificaré esto para obtener más de lo mismo” (el mantra del evangelio de la prosperidad). Él no daba para obtener. Él no echó a un lado sus privilegios judíos para ganar privilegios cristianos (él sacrificó esos también, 1 Cor 9.3-18). Tampoco Pablo contó los beneficios de la vida crucificada como el pago por dejar lo que le importaba más. Su experiencia de Cristo no funcionaba de esa manera: “Dejaré esto por Cristo para obtener más de lo que deseo.” No. En realidad, para Pablo justamente lo opuesto sucedió: desde la cristofanía hasta su muerte, Pablo encontró que ganar a Cristo le llevaba a perder su vida. Mientras más él se conformaba a la imagen de Cristo, más el reconocía su pérdida como ganancia. Pablo no estaba perdiendo para ganar más. Él veía su pérdida como ganancia. Y la única manera que él podía verlo de esa manera era debido a la cruz de Cristo. La cruz convirtió la pérdida en ganancia, la vergüenza en honor, la muerte en vida. La vida crucificada giró el mundo patas arriba, lo que hizo perfecto sentido para Pablo. Si la muerte es lo peor que puede suceder, pero la mejor cosa que le puede a un creyente en Cristo, entonces ninguna tragedia puede aplastar el bien, ninguna muerte puede echar a perder la vida, ninguna pérdida puede borrar lo que es ganado––especialmente ya que la pérdida es ganancia. Mientras más Pablo perdió su vida, más la encontró. El sacrificio hace eso. Mientras más sacrificamos más realizamos qué es importante. En efecto, los sacrificios revelan qué importa más.”¹ (traducción mía)

***

1. Rodney Reeves, Spirituality According to Paul: Imitating the Apostle of Christ (InterVarsity Press, 2011), 28-29.