¿Por qué tener fe? ¿Hay algún beneficio al poseerla? Estas son unas preguntas que me he estado haciendo en estos días junto a muchas otras. En este escrito pretendo argumentar que la fe es esencial para la vida normal de una persona. La fe la utilizamos comúnmente para actuar y relacionarnos. Aún más, la fe es el único camino que nos lleva a Dios.
«Nada permanecería estable en la sociedad humana si nos determinamos a creer sólo lo que puede ser sostenido con absoluta certeza.»
– San Agustín
Comencemos con un supermercado. La comida es un aspecto esencial para la vida. Cuando entramos a un supermercado vemos muchos productos en cajitas de cartón, latas de aluminio, botellas, etc. Cada producto tiene su nombre y especifica su contenido. En el instante que leemos las especificaciones de un producto nos podemos preguntar: ¿y si no es cierto? ¿Qué tal si están tratando de engañarnos para robar nuestro dinero? «Necesito salsa de tomate, pero no sé si de verdad esté dentro de este envase de aluminio…» podríamos decir. No podemos probar lo que está adentro a menos que lo compremos.
Pasemos a otro ejemplo. Imaginemos que vamos a comprar una computadora. Las especificaciones dicen que tiene mucha capacidad de disco duro, un potente procesador, mucha memoria y el último sistema operativo del mercado. La mayoría de nosotros no tenemos un conocimiento técnico de computadoras. Aunque nos enseñen toda la parte interna de una computadora no podríamos reconocer si lo que vemos es lo que nos dicen que es.
¿Qué hacemos normalmente en estos casos? La respuesta es sencilla: no dudamos. Si creemos que es lo que necesitamos lo compramos. Confiamos en la marca del producto y en sus especificaciones. ¿Por qué esto? Porque tal vez hemos recibido lo que esperamos en el pasado de esa marca, porque confiamos en el vendedor del producto por experiencia o referencia, porque un amigo nos lo recomendó, etc. Ya sea por nuestra experiencia y/o testimonio de otras personas tomamos decisiones afirmativas o negativas respecto a algo. Es en este último aspecto en el que quiero profundizar, en la confianza que depositamos en lo que otros nos dicen.
El testimonio es esencial para la vida de las personas. Nadie podría vivir normalmente sin confiar en otros. Todo lo que hacemos es a consecuencia de nuestra interacción con personas. El idioma lo aprendemos de personas, la moral, la religión, etc. Si no confiásemos en alguien no tendríamos certeza de absolutamente nada, porque incluso nuestra experiencia es la consecuencia de la interacción con otros. Los seres humanos somos seres sociales por naturaleza, por lo tanto necesitamos estar en interacción unos con otros para nuestro propio bien. Podríamos negar la legitimidad de la paternidad de nuestro padre si desconfiamos todo de nuestra madre, pues sólo ella sabe la verdad. Podríamos vivir separados de la gente porque no podemos desarrollar relaciones de confianza. ¡Podríamos incluso negar la historia porque es contada por personas! La realidad es que para poder vivir humanamente debemos confiar en alguien. Y confiar en alguien es tener FE.
El cristianismo, se dice, es una religión histórica, y como tal está fundada en el testimonio de aquellos que vivieron los hechos que se narran: la vida, muerte, y resurrección de Jesús. Declarar el cristianismo como cierto depende de la veracidad de sus testigos. El conocimiento de un evento del pasado, así como de un evento que toma lugar en nuestro propio tiempo en un lugar distante de uno, es siempre indirecto y dependiente de la palabra de otro. El término creer señala que uno está hablando de un conocimiento que es probable, no certero. Por lo tanto, ser parte del cristianismo conlleva confiar en lo que otros han dicho, no porque el conocimiento sea certero, sino porque una evaluación global de los diversos aspectos lo hace muy probable a la persona.
Yo creo en el cristianismo, creo en Dios, no porque haya vivido algo sobrenatural, sino porque confío en el testimonio de aquellos que me rodean, porque estudiando las Escrituras veo a un Jesús histórico, porque cuando investigo quienes escribieron sobre él puedo ver que puedo confiar en ellos. Al yo tener fe en ellos, puedo tener fe en Dios.
Pablo dijo –
«Ahora os hago saber, hermanos, el evangelio que os prediqué, el cual también recibisteis, en el cual también estáis firmes, por el cual también sois salvos, si retenéis la palabra que os prediqué, a no ser que hayáis creído en vano. Porque yo os entregué en primer lugar lo mismo que recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; que se apareció a Cefas y después a los doce; luego se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, la mayoría de los cuales viven aún, pero algunos ya duermen; después se apareció a Jacobo, luego a todos los apóstoles, y al último de todos, como a uno nacido fuera de tiempo, se me apareció también a mí. Porque yo soy el más insignificante de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, pues perseguí a la iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia para conmigo no resultó vana; antes bien he trabajado mucho más que todos ellos, aunque no yo, sino la gracia de Dios en mí. Sin embargo, haya sido yo o ellos, así predicamos y así creísteis.»(1Co 15:1-11 LBLA)